Representación y modernización icónica de la realidad

Por: Teodora Lara

“Representación y modelización icónica de la realidad” es un ensayo que pretende aclarar el proceso a través del cual la realidad es comprendida por medio del lenguaje y que haciendo uso de esto puede ser representada en imágenes mentales o imaginarias así como en pinturas, fotografías o palabras escritas. Estas imágenes son dotadas de un significado únicamente por medio del discurso que suele provenir de convenciones sociales; existen dos niveles de lectura para comprender estos significados: la denotación que descifra significados descriptivos y convencionales mientras que la connotación adquiere un valor más subjetivo que actúa sujeta a un marco de valores personales, culturales y o sociales. Ahora bien, el proceso de modelización icónica se divide en dos procesos: creación icónica y observación icónica. En el primero, la realidad es percibida, representada y modelizada, teniendo como resultado, la creación de una imagen. En el segundo proceso, el observador percibe una realidad modelizada icónicamente que se identifica en mayor o menor medida con las estructuras de la realidad. 

INTRODUCCIÓN

En el presente ensayo se pretende describir de manera general y desde diferentes enfoques, el proceso necesario para crear una imagen, dividiéndolo en dos partes: La representación de la realidad y la modelización de la realidad.

En la primera parte se describirá como la representación de la realidad, que consiste en usar el lenguaje, con la finalidad de comunicar un significado, que es intercambiable entre miembros de una misma cultura; produce significados en nuestras mentes y permite referirnos tanto a la realidad como a hechos imaginarios. Debido a esto se considera la existencia de dos sistemas de representación: Las representaciones mentales y el lenguaje.

Asimismo se explicaran las tres teorías que explican cómo se produce la representación de un significado que  son: reflexiva, intencional y  constructiva.

Se tratarán también, en este capítulo,  definiciones importantísimas para entender qué es lo que otorga valor a las cosas; se definirán los concepto de código, lengua y discurso, que como se detallará más adelante son los componentes básicos por medio de los cuales los conceptos mentales adquieren un significado.

En la segunda parte de este documento se expondrá el proceso por el cual la realidad puede ser modelizada. Además se dará una definición convencional del concepto “realidad” y como esta puede ser representada por medio de modelos ya sean mentales o sobre un soporte material que la contenga.

Estos modelos intentarán “copiar” la realidad o asemejarla, tomando de ella los elementos más representativos creando así a la imagen de naturaleza icónica que será descifrada por el observador. Así, modelizada ya, guardará cierta relación con sus objetos de referencia: la representación, el símbolo y el signo y de ello dependerá el grado de analogía que la imagen guardará con la realidad.

REPRESENTACIÓN

SISTEMAS DE REPRESENTACIÓN

Según palabras de Hall (1997), representación es la producción de significados de conceptos en nuestras mentes mediante el lenguaje. Es el puente que permite referirnos a objetos del mundo real,  personas o hechos así como también a mundos imaginarios de objetos, personas o hechos ficticios. De allí que haya dos procesos implicados o, mejor dicho, dos sistemas de representación: las representaciones mentales y el lenguaje.

REPRESENTACIONES MENTALES

Hay un sistema que relaciona todo tipo de objetos, personas y hechos con un grupo de conceptos o representaciones. De allí que el significado dependa de los sistemas de conceptos e imágenes que se forman en nuestra mente y que están en lugar de algo o representan el mundo, permitiéndonos a nosotros referirnos a las cosas dentro y fuera de nuestra mente.

Lo llamamos  “sistema de representación”  pues no se trata de conceptos individuales, sino de diferentes formas de organizar y clasificar conceptos, y de establecer relaciones entre ellos. Es necesario destacar que los “mapas conceptuales” son los que permiten comunicar  y compartir una interpretación del mundo de un modo más o menos similar. Esto es a lo que nos referimos cuando hablamos de “pertenecer a una misma cultura”. De allí que definamos cultura en términos de “significados compartidos o mapas conceptuales compartidos” (Hall, 1997).

LENGUAJE

Sin embargo, señala Hall (1998), no es suficiente compartir mapas conceptúales. Debemos también, estar en capacidad de representar o intercambiar significados y conceptos, y esto sólo es posible mediante un lenguaje compartido. El lenguaje, es, entonces, el segundo sistema de representación que envuelve el proceso global de construcción de significado. Nuestro mapa conceptual compartido debe ser traducido a un lenguaje común, de tal modo que se puedan correlacionar nuestros conceptos e ideas con ciertas palabras escritas, habladas, sonidos articulados e imágenes visuales que transmiten un significado y a este resultado final le llamaremos signo.

Los signos están organizados en lenguaje y es la existencia de lenguajes comunes lo que nos permite traducir nuestros pensamientos (conceptos) en palabras, sonidos e imágenes, y, luego, usarlos para comunicarnos con otras personas. Es necesario aclarar que aun los signos visuales e imágenes que se asemejan al objeto que representan son signos; ellos son portadores de significado y deben ser interpretados.

CÓDIGO

El significado se construye por el sistema de representación. Dicha construcción es fijada por el código, el cual establece una relación entre el sistema conceptual y el sistema del lenguaje. El código será, entonces, aquellas reglas gramaticales que gobiernan las relaciones entre los mapas conceptuales y los sistemas de lenguaje compartidos. El código fija las relaciones entre los conceptos y los signos. Por lo tanto, este proceso de traducción es fundamentalmente producto de convenciones sociales. Es fijado socialmente y en la cultura. Es por ello que sea fácil de entender por qué significado, lenguaje y representación son elementos importantes en los Estudios Culturales. Pertenecer a una cultura es compartir más o menos el mismo universo conceptual y lingüístico.

Es de destacar que esas convenciones sociales y lingüísticas cambian en el tiempo. Los códigos lingüísticos además varían significativamente de una lengua a otra. Muchas culturas no poseen palabras para conceptos que son ampliamente aceptados por nosotros y viceversa. Algunas palabras, algunos giros idiomáticos caen en desuso y otros son rápidamente acuñados. Este es el carácter dinámico del lenguaje.

Finalmente, debemos referimos al hecho de que el significado no está en las cosas ni en el mundo; es construido, es producido por el hombre a través del lenguaje. Es el resultado de prácticas significantes, prácticas que producen significados, que hacen que las cosas signifiquen.

TEORÍAS DE LA REPRESENTACIÓN

Hall (1998),  establece tres aproximaciones que explican cómo se produce la representación del significado mediante el lenguaje. Estas aproximaciones son: la reflexiva, la intencional y la constructiva.

REFLEXIVA

Tiene que ver con la idea de que el lenguaje funciona como un espejoque refleja el verdadero significado tal como existe en el mundo. También se conoce como la teoría mimética del lenguaje y sostiene, como ya dijimos, que el lenguaje opera como simple reflejo de la realidad o imita la verdad que está allí, en el mundo. Esta teoría tropieza con serias dificultades, pues es errado usar el lenguaje en forma descriptiva  para referirnos a “hechos” que no son “nombres”.

INTENCIONAL

Esta teoría sostiene que es el hablante quien impone su significado al mundo a través del lenguaje, pero la teoría del lenguaje privado es insostenible pues tenemos que la esencia del lenguaje es comunicarnos, y para eso debemos someternos a las convenciones lingüísticas y códigos compartidos de la comunidad donde nos desenvolvemos. Nuestros pensamientos personales tienen que entrar en las reglas, códigos y convenciones de la comunidad lingüística a la que pertenecemos.

CONSTRUCTIVA

Reconoce el carácter público y social del lenguaje. Sostiene que ni las cosas por ellas mismas ni los hablantes de un lenguaje pueden fijar el significado. Las cosas no significan; nosotros construimos el significado mediante sistemas de representación (conceptos y signos). Sin embargo, no debemos confundir el mundo material, donde las personas y los objetos existen, y las prácticas simbólicas y procesos a través de los cuales la representación, el significado y el lenguaje operan. No es el mundo material el que confiere significado; es el sistema del lenguaje o cualquier sistema que usemos para representar nuestros conceptos.

Por lo tanto, son los actores sociales quienes utilizan los sistemas conceptuales de sus culturas y los sistemas lingüísticos de representación para construir significado, para hacer el mundo significativo y para comunicarnos acerca del mundo con otras personas.

Desde luego, los signos tienen una dimensión material. Los sistemas representacionales consisten en los sonidos que producimos con nuestras cuerdas vocales, las imágenes que registramos con las cámaras en papeles sensibles a la luz, los impulsos digitales que se transmiten electrónicamente, etc. Pero el significado no depende de la cualidad material del signo, sino de su función simbólica.

SIGNO Y LENGUA

De acuerdo con Saussure (1977), la producción de significado depende del lenguaje y dice que es un sistema de signos que funciona como tal, sólo cuando sirven para expresar o comunicar  ideas que forman  parte de un sistema de convenciones.

Saussure (1977) divide al signo en dos elementos: significado y significante. El significante es el material mediante el cual se transmiten los conceptos (sonido, grafía, colores y gestos) y el significado es el concepto que está en nuestras mentes asociado a las  personas y hechos (reales o ficticios). Aunque se han presentado como dos elementos separados, ambos son necesarios para que pueda haber signo.

La unión del significante y significado, según Saussure, es arbitraria, es decir que no hay un vínculo natural entre ambos. Los signos, por lo tanto, son significados fijos y esenciales.

La lengua será el código mediante el cual el lenguaje está organizado; es esencialmente producto de convenciones que se establecen socialmente. Pero el lenguaje también tiene otro aspecto: el individual. En el momento en que cada uno de nosotros hacemos uso de la lengua, entramos en el campo de lo particular, de la manera en que cada uno de nosotros articulamos los códigos. Y esto implica, además, las fuerzas dinámicas que hacen del lenguaje un producto humano en permanente cambio.

DEL SIGNO A LA CULTURA

Saussure (1977), llamó semiología a la aproximación general que estudia los signos en la cultura como una forma de lenguaje, presenta la idea de que todo objeto cultural es portador de significado: toda práctica cultural depende del significado, y ese significado es posible gracias al lenguaje.

Barthes (1985),  establece dos niveles de lectura. Mientras que la denotación está en un nivel descriptivo en el cual hay consenso entre la gente acerca del significado del signo, la connotación entra al campo del significado cultural, de la ideología social con sus creencias, marcos conceptuales y sistema de valores. Este segundo nivel de significación es más difuso, global y general. Establece una relación entre el signo, la historia y la cultura.

DISCURSO

Foucault (1979), le da el siguiente significado: espacio de posiciones y de funcionamientos diferenciados por los sujetos; aparece como un bien finito, limitado, deseable, útil que tiene sus reglas de aparición, pero también sus condiciones de apropiación y de empleo: un bien que plantea, la cuestión del poder; que es, por naturaleza, el objeto de una lucha.

El discurso trata acerca de la producción de conocimiento mediante el lenguaje. Pero, puesto que todas las prácticas sociales implican significado y éstos influyen en nuestra conducta, todas las prácticas tienen un aspecto discursivo. El uso del término discurso no es puramente lingüístico; se refiere al lenguaje y a las prácticas sociales. Se impone superar la vieja dicotomía entre lo que se dice (lenguaje) y lo que se hace con ese decir (acción).  Para Foucault (1979), el discurso define y produce el objeto de nuestro conocimiento.

PRÁCTICAS DISCURSIVAS

Foucault (1979), dice: “El discurso produce el objeto de conocimiento y no existe nada   significativo fuera de él. Esto no quiere decir que se niegue la existencia del mundo real, material”. De lo que se trata, entonces, es de reconocer que hay objetos, personas y hechos fuera del discurso que existen, pero que cobran significado y se convierten en objeto de conocimiento gracias a las prácticas discursivas y no por ellos mismos.

De esta manera, la representación, el conocimiento y la verdad son entendidos históricamente en un contexto específico. Así entendidas, las prácticas discursivas no son una operación expresiva mediante la cual un individuo formula una idea; es un conjunto de reglas anónimas, históricas, siempre predeterminadas en el tiempo y el espacio que han definido en una época dada, y para un área social, económica, geográfica o lingüística dada, las condiciones de ejercicio de la función enunciativa o representativa (Foucault, 1979). 

REALIDAD Y MODELIZACIÓN

IMAGEN Y REALIDAD

Primeramente acordaremos una conceptualización de la realidad refiriéndonos a la realidad sensorial. El mundo visual con todos sus accidentes y características físicas constituirá el referente a tener en cuenta en su relación con cualquier imagen que de aquel pueda obtenerse por cualquier medio.

Hay que recordar también el proceso de aprehensión  u observación  que el espectador lleva a cabo con cualquier imagen. Gombrich (1979) dice que el observador lleva a cabo una tarea de carácter constructivo y activo, que conlleva un conjunto de expectativas que son ratificadas o refutadas por la percepción; en cualquiera de los dos casos existen por parte del espectador ciertas ideas estereotipadas, las cuales se imponen en el acto de la percepción, por lo que puede concluirse que el espectador finalmente percibe el estímulo y el estereotipo.

LA NATURALEZA ICÓNICA

Definir la imagen no es mucho menos complejo que definir la realidad: sin duda esta gran dificultad estriba en la enorme cantidad de imágenes existentes.

Cualquier manifestación puede ser considerada una imagen incluso algo tan intangible como un recuerdo. La solución a este problema es la abstracción de las características particulares que todas las imágenes poseen y que en muchas ocasiones nos distraen de lo más esencial.

Este proceso persigue el aislamiento de aquellos hechos irreducibles e invariables, es decir, eliminando cualquier característica que pueda ser considerada superflua a la hora de definir algo como una imagen, para al final encontrarnos con los aspectos más específicos de esta.

En este sentido, la esencia de la imagen quedaría definida por tres hechos  invariables e irreducibles en cualquier espécimen icónico, los cuales se identifican, además, con el concepto de naturaleza icónica:

  1. Selección de la realidad.
  2. Elementos y estructuras de representación específicamente icónicas.
  3. Sintaxis visual.

Desde ahora, todo aquello que pueda identificarse con estos tres hechos, puede y debe considerarse una imagen (Mínguez, Villafañe, 2002).

LA MODELIZACIÓN ICÓNICA DE LA REALIDAD

De la anterior definición de imagen, cabe deducir que independientemente del grado de parecido, siempre guardará un nexo con la realidad. Y esto se cumplirá aun cuando la imagen no sea figurativa por medio del color, la textura, el volumen, la línea, etcétera.

Entre este nivel propio de la abstracción plástica y la mimesis más absoluta no existe ninguna diferencia en lo esencial (la naturaleza icónica) tan solo distintos grados del nivel de realidad de la imagen. Lo que, por tanto, no es la relación que una imagen guarda con su referente, sino la manera diferente que tiene de sustituir, interpretar, traducir…, es decir, de modelizar la realidad.

El proceso de modelización icónica, que comprende dos etapas la creación y la modelización icónicas, puede esquematizarse como se muestra en la figura 1.

En la primera etapa de modelización se manifiesta, primeramente, la extracción por parte del creador de la imagen de lo que podríamos denominar un esquema preicónico de la realidad. Dicho esquema lo constituyen un conjunto de rasgos análogos a los rasgos estructurales a los del objeto que se representa. Este esquema se encuentra a medio camino entre la percepción y la representación, en él se sostiene la estructura del referente, sin embargo, su naturaleza es estrictamente perceptiva; es resultado de una organización visual del objeto percibido y, en segundo lugar, de una selección del mínimo de rasgos necesarios, para salvaguardar la identidad de dicho objeto.

Una segunda modelización de esencia representativa, se produce cuando el creador emplea ciertas categorías plásticas para modelizar a sus análogas de la realidad. Estas son dos categorías que definen por excelencia la realidad sensorial, que son, el espacio y el tiempo.

Concluida la primera etapa del proceso de modelización, obtenemos una imagen particular que supone un modelo de realidad. Dicho modelo nunca es la realidad misma, ni siquiera en el caso de la imagen especular o en el de la imagen natural, ni está totalmente desconectado con ella, como pudiera pensarse al observar una fotografía abstracta.

La relación entre imagen y realidad se explica a partir de dos factores: la primera en cuanto al sistema de orden de los elementos constitutivos de la imagen y el propio de la realidad; el segundo, complementario del anterior, se refiere a la influencia del observador sobre el resultado visual.

En la segunda etapa, el proceso modelizador, el observador accede a una realidad modelizada icónicamente; extrae de la imagen  un esquema  icónico, el cual guarda bastante similitud con el preicónico, los dos se identifican en mayor o menor medida con las estructuras de la realidad y de la imagen, respectivamente (Gombrich, 1979).

Existen en este sentido, tres tipos diferentes de modelización que explican las relaciones que las imágenes tienen con sus objetos de referencia: la representación, el símbolo y el signo (Arnheim, 1976).

Se dice que una imagen es representativa cuando sustituye a la realidad analógicamente (homologación figurativa entre forma y concepto visual) y poseen un nivel mayor de abstracción que su referente.

Cuando una imagen cumple con la función simbólica, atribuye o adscribe una forma visual a un concepto. Una característica primordial del símbolo icónico, es la existencia de un doble referente: uno figurativo (representativo)  y otro de sentido (cuando se le transfiere un significado o valor). Ademas los signos poseen un valor menor de abstracción que su referente. Si, por otro lado, la imagen actúa como un signo cumple una función convencional, ya que sustituye a la realidad sin reflejar ninguna de sus características visuales. Los signos son en este sentido arbitrarios.

 

CONCLUSIÓN

A lo largo de este ensayo definimos distintos conceptos útiles para la comprensión del proceso de representación y modelización de la realidad. Vimos como mediante el uso del lenguaje producimos significados de conceptos mentales. Estos son los que nos permiten referirnos dentro o fuera de nuestra mente a objetos, personas o hechos ya sean estos reales o imaginarios puesto que están en lugar de algo o representan el mundo.

Es importante recordar que los “mapas conceptuales” son los que permiten comunicar  y compartir una interpretación del mundo de un modo más o menos similar. Este, debe ser traducido a un lenguaje común, de tal modo que se puedan correlacionar nuestros conceptos e ideas con ciertas palabras escritas, habladas, sonidos articulados e imágenes visuales que transmiten un significado y a este resultado final le llamaremos signo; estos últimos son portadores de significado y deben ser interpretados.

Hablamos también sobre las teorías de la representación; cabe destacar la teoría constructiva puesto que reconoce el carácter público y social del lenguaje; esta, sostiene que ni las cosas por ellas mismas ni los hablantes de un lenguaje pueden fijar el significado; nosotros construimos el significado mediante sistemas de representación (conceptos y signos). El significante es el material mediante el cual se transmiten los conceptos y el significado es el concepto que está en nuestras mentes asociado a las  personas y hechos. Estos son los dos elementos que dividen al signo.

Saussure (1977), presenta la idea de que todo objeto cultural es portador de significado: toda práctica cultural depende del significado, y ese significado es posible gracias al lenguaje. Barthes (1985),  establece dos niveles de lectura. La denotación está en un nivel descriptivo en el cual hay consenso entre la gente acerca del significado del signo y la connotación entra al campo del significado cultural, de la ideología social con sus creencias, marcos conceptuales y sistema de valores. Este segundo nivel de significación es más difuso, global y general. Establece una relación entre el signo, la historia y la cultura.

Otro de los temas que tocamos en el primer capítulo fue el discurso que como dijo Foucault (1979), define y produce el objeto de nuestro conocimiento y no existe nada   significativo fuera de él. Esto no quiere decir que se niegue la existencia del mundo real, material. Es decir, existen objetos, personas y hechos fuera del discurso, pero cobran significado y se convierten en objeto de conocimiento gracias a las prácticas discursivas y no por ellos mismos.

Al comienzo del segundo capítulo acordamos una conceptualización de la realidad refiriéndonos a la realidad sensorial. También se mencionaron los hechos que componen  una imagen, estos son: selección de la realidad, elementos y estructuras de representación específicamente icónicas y sintaxis visual que independientemente del grado de parecido siempre guardará un nexo con la realidad.

Dividimos el proceso de modelización icónica de la realidad en dos etapas. En la primera etapa se manifiesta la extracción por parte del creador de la imagen de lo que podríamos denominar un esquema preicónico de la realidad. Una segunda modelización de esencia representativa, se produce cuando el creador emplea ciertas categorías plásticas para modelizar a sus análogas de la realidad. Concluida la primera etapa del proceso de modelización, obtenemos una imagen particular que supone un modelo de realidad. En la segunda etapa el observador accede a una realidad modelizada icónicamente; extrae de la imagen  un esquema  icónico, el cual guarda bastante similitud con el preicónico, los dos se identifican en mayor o menor medida con las estructuras de la realidad y de la imagen, respectivamente (Gombrich, 1979).

BIBLIOGRAFÍA

Arnheim, R. (1979). Arte y percepción visual. Psicología del ojo creador. España: Alianza.

Barthes, R. (1985). Mitologías. México: Siglo XXI.

Foucault, M. (1973), Esto no es una pipa. Ensayo sobre Magritte. Barcelona: Anagrama.

Foulcault, M. (1979) La arqueología del saber. México: SigloXXI.

Gombrich, H. (1979). Arte e ilusión. Barcelona: Gustavo Gilli.

Hall, S. (1997). Haciendo estudios culturales. Inglaterra: The Open University.

Hall, S. (1998). Representaciones culturales. Inglaterra: Sage Publicaciones.

Saussere. F. (1977). Curso de lingüística general. Argentina: Lossada.

Villafañe, J. y Mínguez, N. (2002). Teoría general de la imagen. España: Pirámide.

 

 

Deja un comentario